lundi 11 février 2008

Cassure


Elle était cassée.
Ce matin là, elle s’était réveillée en morceaux.
Dans le lit il n’y avait plus que le ventre tâché par la tête. Les jambes s’étaient disloquées et étaient tombées par terre. Les genoux avaient roulé un peu plus loin. Loin de la possibilité de soutenir le pas qui n’aurait mené nulle part. Comme les deux derniers jours, les deux derniers mois, les deux derniers siècles. Les mains avaient égrainé les doigts. Plus de constructions de châteaux de cartes, d’abus de stylo. La gorge était arrachée pour que plus un mot, plus un son.
Un corps désagrégé dont les membres amputés n’avaient laissé qu’un ventre tâché d’une tête.
Restait-il quelque chose de l’organe essentiel dans un tel désordre ? Où était passé le cœur ?

La cassure n’en avait pas laissé trace.
Le cœur était la cassure.
C’est lui qui avait fini par disloquer le corps tant il s’était mis à battre fort -comme parfois on bat les enfants pour qu’ils arrêtent de pleurer.
Le cœur avait battu de toutes les larmes retenues. La glace s’était embrasée sans qu'une telle chose ne soit possible. Le corps s’était arraché, rompu, disloqué, éparpillé. Il était tombé aux pieds du lit où ne restait qu’un ventre taché d’une tête.

Souvent les enfants cassent les jouets.
Elle, elle ne pouvait plus rien faire des membres que son cœur avait cassés et éparpillés autour de son lit.






Estaba quebrada.
Aquella mañana, se despertó en pedazos.
En la cama no quedaba más que el vientre manchado por la cabeza. Las piernas se habían dislocado y habían caído al piso. Las rodillas habían rodado un poco más lejos. Lejos de la posibilidad de sujetar el paso que no hubiera llevado a ningún lugar. Igual que los dos últimos días, los dos últimos meses, los dos últimos siglos. Las manos habían desgranado los dedos. No más construcciones de castillos de papel, abuso de bolígrafo. La garganta estaba arrancada para que ninguna palabra más, ningún sonido más.
Un cuerpo desagregado cuyos miembros amputados no habían dejado más que un vientre manchado por una cabeza.
¿Algo quedaba del órgano esencial en semejante desorden?
¿Dónde se había metido el corazón?

La quebradura no había dejado ni rastro de él.
El corazón era la quebradura.
Era él quien había dislocado por fin el cuerpo, de ponerse a latir tan fuerte –como a veces se pega a los niños para que dejen de llorar.
El corazón había latido de todas las lágrimas contenidas. El hielo se había abrasado sin que esto fuera posible. El cuerpo se había arrancado, roto, dislocado, diseminado. Había caído a los pies de la cama donde no quedaba más que un vientre manchado por una cabeza.

A menudo los niños rompen los juguetes.
Ella no podía hacer más nada con los miembros que su corazón había quebrado y dispersado alrededor de la cama.


2 commentaires:

Lara a dit…

Oh, niña.

Esa imagen (de piernas y cosas rotas por el latido quebrado), y la alusión a los niños a quienes pagan para que dejen de llorar.

Un abrazo te daría, y te daré.

Virginia Barbancho a dit…

Precioso, roto, las rodillas rodando por el suelo

(me parece oírlas)

uuuuffffffff!!!!!!!!