samedi 16 juin 2012

Encuentro por el tiempo (VI)


A cada paso, ella lo extrañaba. A cada risa, lo extrañaba. Cuando vio que exponían a Chagall en el Thyssen pensó que era por él. Es que era por él. En cada proyecto de futuro armado con los amigos, lo extrañaba. Y eso todavía adentro de la vulnerabilidad de la duda. La gran duda. Que si era de verdad ese encuentro. Que si tenía algo que ver ese encuentro con la realidad, y no sólo con lo imaginario. Que si tenía que ver con el deseo de los cuerpos, más allá del deseo de las almas. Que si de verdad era hueso, y no sólo espuma mental. Igual sabiendo de sobra que, para algunos seres, para algunas experiencias vitales, es elaboración mental, también, el cuerpo. No se nace mujer. Tampoco se nace siempre cuerpo.

Estaba con el miedo a que le volviera a pasar eso que le había pasado con la danza. A que de alguna que otra manera, el cuerpo lo hiciera imposible. El encuentro. A que de alguna que otra manera, el cuerpo no pudiera callar lo que quería olvidar el alma. El origen insoportable. La repetición cada vez más bestia. Estaba paseando por Madrid debajo de la lluvia, y lo extrañaba en cada sonrisa. Y a la vez, estaba con ese miedo. A que el cuerpo le impidiera esa historia.

«El cuerpo es muy sabio.» Le dio miedo aquella sentencia que hubiera querido tanto poder hacer también suya. Por más que supiera que más allá del querer, para algunos seres, algunas experiencias vitales, prevalía durante mucha vida, demasiada, la experiencia traumática en carne propia, aniquilando aquel saber incontestable e inmediato del cuerpo - por la costumbre al dolor, al error. Reconocía muy bien, eso sí, el estar atrapada otra vez en la red mortífera de la historia propia - la disociación entre cuerpo y alma. Y a la vez, sentía muy bien que no reconocía nada de eso que estaba ocurriendo, ahora. En eso, precisamente, quería confiar. En que sentía que lo que estaba pasando no lo reconocía. Era eso lo que le parecía ser la mayor garantía en contra del dolor, el error. Y era eso, también, lo que más inestable estaba. Lo que hubiera sido lo contrario del «recuerdo del porvenir»: lo nunca ocurrido ya. Inédito.

Volvió él a verla a su casa a la mañana siguiente del cambio político. El mismo día en que el padre de ella había puesto en tierra una higuera. El, tras una noche muy agitada por fantasmas del pasado feo. Ella, con la inquietud de eso del cuerpo en el alma. Esquizofrenia, no. Pero escisión, disociación interna. Sí.







Rencontre à travers le temps (VI)
 
A chaque pas, il lui manquait. A chaque rire, il lui manquait. Quand elle a vu qu’il y avait une expo Chagall au Thyssen elle a su que c’était à cause de lui. C’était pour lui. Dans chaque projet de future avec ses amis, il lui manquait. Et tout ça, toujours malgré la vulnérabilité du doute. Du grand doute. Cette rencontre était-elle vraie. Cette rencontre avait-elle à voir avec le réel, ou seulement avec l’imaginaire. Avait-elle à voir avec le désir des corps, au-delà du désir des âmes. S’agissait-il vraiment d’os, et pas seulement d’écume mentale. Même si elle savait mieux que quiconque que, pour certaines personnes, pour certaines expériences de vie, c’est aussi une élaboration mentale, le corps. On ne nait pas femme. On ne nait pas toujours corps.
 
Elle était dans la peur qu’il lui arrive à nouveau ce qui lui était arrivé avec la danse. Que d’une façon ou d’une autre, le corps fasse que ce soit impossible. La rencontre. Que d’une façon ou d’une autre, le corps ne puisse taire ce que voulait oublier l’âme. L’origine insoutenable. La répétition chaque fois plus féroce. Elle se promenait à Madrid sous la pluie, et il lui manquait à chaque sourire. Et en même temps, elle était dans cette peur. Que le corps ne lui empêche cette histoire.
 
« Le corps sait beaucoup. » Elle a eu peur de cette sentence qu’elle aurait tant voulu pouvoir faire sienne. Même si elle savait bien qu’au-delà du vouloir, pour certaines personnes, pour certaines expériences de vie, pendant bien longtemps, trop, c’est l’expérience traumatique de sa chair à soi qui prévaut, anéantissant ce savoir incontestable et immédiat du corps - à cause de l’habitude de la douleur, de l’erreur. Elle reconnaissait bien, ça oui, combien elle était à nouveau prisonnière du filet mortifère de l’histoire personnelle - la dissociation entre le corps et l’âme. Et en même temps, elle sentait bien qu’elle ne reconnaissait rien de ce qui était en train de se passer, maintenant. Et c’était en ça, précisément, qu’elle voulait avoir confiance. En ce qu’elle sentait qui était en train de se passer et qu’elle ne reconnaissait pas. Oui, c’était ça qui lui semblait être le plus grand espoir contre la douleur, l’erreur. Et c’était, aussi, ce qu’il y avait de plus instable. Ce qui aurait été le contraire du « souvenir de l’avenir » : ce qui n’est jamais arrivé. Inédit.

Il est revenu la voir chez elle au lendemain du changement politique. Le jour ou son père à elle avait planté un figuier. Lui, après une nuit très agitée par les fantômes d’un passé moche. Elle, avec l’inquiétude de cette chose du corps dans l’âme. Schizophrénie, non. Mais scission, dissociation interne. Oui.



vendredi 8 juin 2012

Encuentro por el tiempo (V)


Y es que la desconexión tenía que ver con lo inédito. Con eso de la presencia cuando no tiene que ver con el poder - del uno sobre el otro. Cuando ya no se trata de posesión - te amo te tengo te ato. Cuando se trata más bien de geografía, de viaje. Hice todo este recorrido porque quería conocer esta tierra. Porque esa curiosidad tengo. Ese deseo. No por tema conquistador. No para echarte de tu tierra e instalarme yo en ella. No para violar a la mujer indígena. Sólo visitar algo diferente a lo mío. Diferente mas afín. Complementario. Tampoco ajeno del todo. Conectado. Llegar a ese lugar del otro para intentar coexistir con la alteridad de verdad. La que siempre se echó en falta. La que por eso atrae. Terra incognita. 

Ella había pasado el examen de danza y se había ido a Madrid. Se había ido a Madrid porque necesitaba reanudar el hilo roto por la muerte del espejo. Porque necesitaba regresar al lugar originario. Donde había empezado todo. Donde había empezado todo de verdad. Por el deseo mismo. Justo antes de conocerlo a él. También. Año 2001. Septiembre. Justo después de la caída de la Torres Gemelas. Día mismo de la explosión de Tolosa. Justo después del más allá de la autodestrucción personal, y de la ruptura con todo. El primer agotamiento intelectual, también. La primera experiencia extrema con la escritura teórica. Escritura, Literatura, Arte. La ruptura. Con todo. Todos. Soltar las amarras. Todas. Por necesidad de supervivencia. Cambiar de idioma incluso. Cambiar, sobre todo, antes que nada, de idioma. El lugar del sol, el lugar donde encontrar con quien hablar de literatura, donde encontrar la forma de estudiar filosofía sin que nadie lo prohibiera, donde encontrar a una verdadera maestra de danza, la primera, el lugar donde le empezó a gustar el vino, donde conocer a artistas. El lugar donde estar lejos. Por vez primera.

También necesitaba conocer a la hija de su amiga escritora nacida un año atrás. Poder enseñarle a su amiga cómo había salido de la muerte. También necesitaba volver a ver a su compañero de danza butoh. Ver qué había sido de él. De sus proyectos artísticos. Y también, que le hiciera acordarse, él, de que se habían visto, sí, en el 2010. Cuando ella se había olvidado de ello. Ella que no se olvidaba nunca de nada. Pero por eso de la muerte. Necesitaba volver a lo más suyo. Volver al lugar donde había empezado todo. El fin del acto uno. El aliviarse de las ataduras equivocadas. 

Estaba volviendo al lugar de ella cuando justo se acababa de volver a encontrar con él. Cuando cada hermosura que viera le daba ganas de ser compartida con él. Cuando no había podido aun aclararse eso de la desconexión. Cuando no había resuelto aun si tuviera más que ver con él o con ella misma. Cuando llovía sin parar en Madrid. La ciudad del cielo siempre azul.








Rencontre à travers le temps (V)
 

C’était que la déconnexion avait à voir avec l’inédit. Avec cette chose de la présence quand elle n’a plus rien à voir avec le pouvoir - de l’un sur l’autre. Quand il n’est plus question de possession - je t’aime je t’ai je t’attache. Quand il est plutôt question de géographie, de voyage. J’ai fait toute cette route parce que je voulais connaitre cette terre. Parce que j’ai la curiosité de ça. Ce désir. Rien à voir avec la Conquête. Par pour t’expulser de ta terre et m’y installer. Pas pour violer la femme indigène. Juste pour visiter quelque chose de différent à ce que je connais. Différent mais convergent. Complémentaire. Pas complètement étranger non plus. Venir chez l’autre pour essayer de coexister avec la véritable altérité. Celle qui a toujours manqué. Et qui attire pour ça. Terra incognita.

Elle avait passé son examen de danse et elle était allée à Madrid. Elle était allée à Madrid parce qu’elle avait besoin de renouer le fil déchiré par la mort du miroir. Parce qu’elle avait besoin de revenir au lieu originaire. Là où tout avait commencé. Là où tout avait commencé pour de vrai. Avec le désir. Juste avant de le rencontrer, lui. Aussi. Année 2001. Septembre. Juste après la chute des Tours Jumelles. Le jour de l’explosion de Toulouse. Juste après l’au-delà de l’autodestruction personnelle, et la rupture avec tout. Le premier épuisement intellectuel, aussi. La première expérience extrême de l’écriture théorique. Ecriture, Littérature, Art. La rupture. Avec tout. Tous. Larguer les amarres. Toutes. Cas de force majeure. Changer même de langue. Commencer, surtout, par changer de langue. Là où le soleil, là où rencontrer avec qui parler de littérature, où trouver la façon de faire des études de philosophie sans que personne ne l’interdise, où trouver une vraie prof de danse, la première, là où elle a commencé à aimer le vin, là où rencontrer des artistes. Là où être loin. Pour la première fois. 

Elle avait besoin, aussi, de rencontrer la fille de son amie écrivain née un an plus tôt. De pouvoir montrer à son amie comme elle était sortie de la mort. Elle avait besoin, aussi, de revoir son frère de butoh. De voir ce qu’il était devenu. Ses projets artistiques. Et aussi, qu’il lui rappelle, lui, qu’ils s’étaient vus, oui, en 2010. Alors qu’elle ne s’en souvenait pas. Alors qu’elle se souvenait toujours de tout. A cause de cette chose de la mort. Elle avait besoin de revenir à ce qu’elle avait de plus précieux. De revenir là où tout avait commencé. La fin de l’acte un. L’échappée des liens malsains. 

Elle était en train de revenir chez elle alors qu’elle venait juste de le retrouver, lui. Alors que tout ce qu’elle voyait de beau lui donnait envie de le partager avec lui. Alors qu’elle n’avait pas encore pu tirer au clair cette histoire de déconnexion. Alors qu’elle ne savait toujours pas si ça avait davantage à voir avec lui ou avec elle-même. Alors qu’il n’arrêtait pas de pleuvoir sur Madrid. La ville où le ciel est toujours bleu.



mardi 5 juin 2012




Embrasse-moi l’âme
  


(ma peau est d’âme)




(Photo d'Audrey Lange)



 

Abrazame el alma
  


(mi piel es de alma)